human flow - Ai Weiwei
christo & jeanne-claude
about techné: Firmitas, Utilitas et Venustas
source: https://christojeanneclaude.net/
Märkisches Viertel
Bevölkerungsdichte 12.581 Einwohner/km²
‘Lampedusa – The cathedral of Solomon: Renato Rizzi’
‟The Cathedral of Solomon is the opposite of the idea we normally have of a church. It is not a grand architectural mass, but a grandhollow. The island of Lampedusa itself becomes architecture. Its Interior is emptied and its rocky body opens up to receive the boat-loads of refugees arriving from Africa. A gigantic ark of salvation, lonely awaiting, in the Mediterranean. By means of a system of interior links, the project leads to the island’s highest point, on land. To anew life: to Europe. In fact, in the vertical ascent, it corresponds symbolically to a relocation in terms of continent. If according to submarine geography, Lampedusa belongs the plateau of the coasts of Africa, in political geography, the surface of the terrain is European territory. A strange conflict between visible and unseen reality. Diderot, in his play ‘Fils naturel’, sets on Lampedusa the birth of a new theatrical genre: the bourgeois drama. Starting out from the adventures of specific individuals, he observes the great polyphonic edifice of modern Europe„
‟Migration is a slap in the face to this system because, inter alia, it constitutes an obvious proof that resources are not unlimited, that habitable territories and the concentration of available wealth are confined to a small part of the Earth. Just 15%. The rest is silence: deserts and oceans„
Susanna Pisciella
‘Lampedusa – The cathedral of Solomon: Renato Rizzi’
La Triennale di Milano, Milan – IT
encuadernación Veppo
how to build your own living structures
http://socks-studio.com/2016/05/02/the-knowledge-box-by-ken-isaacs-1962/
https://walkerart.org/magazine/enter-matrix-interview-ken-isaacs
inmigración
“En un enigmático relato la escritora danesa Karen Blixen cuenta que había una vez un hombre que vivía en una casita redonda, con una ventana redonda y un jardín triangular en el frente. No muy lejos de la casa había un estanque con peces. Una noche un gran ruido lo despertó y el hombre se internó en la oscuridad para averiguar su causa. Primero comenzó a correr a tientas en dirección al sur y luego de numerosas vicisitudes le pareció que había tomado el rumbo equivocado. Entonces se dirigió hacia el norte, pero de nuevo creyó escuchar que el ruido venía del sur y corrió hacia allá. Después de un largo deambular jalonado de tropiezos y caídas, se dio cuenta que el ruido provenía del fondo del estanque. Se precipitó hacia el lugar y vio que se había abierto una grieta profunda por donde se escapaban el agua y los peces. Se puso a trabajar con presteza y sólo cuando logró cubrir la rajadura volvió a su casa y se quedó dormido. A la mañana siguiente, al mirar a través de la ventana, el hombre descubrió que el rastro dejado por su peregrinar nocturno había trazado el perfil nítido de una cigüeña.
¿Qué significa esa imagen? Quizá que la vida signada por las inconsistencias de pronto se sintetiza en una forma. O tal vez, la cigüeña sea la vida mirada en perspectiva, reconstruida y revisada por la memoria. Los inmigrantes de cuyas trayectoria habla este libro dibujaron su cigüeña cuando evocaron el pasado narrando sus historias personales antes y después de la migración, una experiencia que partió en dos sus existencias. Entre esas mitades se interpuso el mar.”
Bjer, María, Historias de las inmigración en la Argentina, Buenos Aires, Edhasa, 2009.
el bar
Voy a tratar de intentar y explicar como es el bar de Stefano.
Si bien no lo recuerdo mucho, entiendo casi todo lo que pasa ahí dentro. Casi siempre hay alguien ahí dentro o afuera, y también yo mismo, si no es que siempre. Me refiero a que ya sabes a lo que me refiero. Es un bar.
Pero los bares tienen horarios, y este también los tiene. El horario de Stefano y su familia, la parte de la familia que ayuda en el bar. Cuentan relatos familiares de quienes viven acá, y libros con relatos de Veppo , que el bar no era un bar. Era algo más grande que había creado el padre de Stefano (il bistró). Pero en definitiva era el bar.
No puedo imaginar ningún estilo en un bar de tanta sofisticación y rigurosidad en su precisión. El nombre se lo habrán impuesto los hijos de emigrantes italianos en Francia, que buscan la excusa de la pertenencia para deberse unos días de vacaciones en el pueblo, festejar sus fiestas, comer su comida, beber su bebida. Nada que reprocharles, todos buscamos lo mismo.
El bar nunca se pudo dar otro nombre que no sea el de bar. O mejor dicho, el bar de Stefano.
Él es el bar, eso me pareció, porque por más que intente contarles que hay un semicubierto donde los más viejos y jóvenes restan en sillas mientras beben qualcuna cosa los días estrellados y las noches soleadas de lloviznas, que hay un antesalón donde los más viejos y jóvenes restan en sillas rodeados de algunas cabinas de juego de fichines, que hay un pequeño salón que ostenta a estar vacío pero que tiene mesas y mesas con sillas donde los más viejos y jóvenes restan jugando a la bellota, un juego francés que se juega en un pueblo italiano, que hay una barra techada de las más variadas bebidas, donde siempre está Stefano o en defecto su mujer, con una sonrisa brillante, tan brillante que Stefano puede confiar en su mujer, y sólo tres banquetas a un metro de la barra pero a centímetros de la pared con algunas heladeras de helados que me pareció ver, porque son tan grandes que exceden el ojo, no creo que me puedan llegar a entender lo que yo tampoco entiendo muy bien.
El hecho fantástico casi siempre sucede cuando está Stefano o su mujer. Hay tres palabras italianas a modo de pregunta que te incitan a contestar que es lo que voluntariamente, y no siempre, vas a tener en la mano, pero no por mucho tiempo, por que las tres palabras no se hacen esperar, y no es una demostración de respeto tener las dos manos ocupadas. Estas tres palabras no las dicen ni Stefano ni su mujer, pero creo que si, por que las recuerdan como si las hubieran dicho. Es que es su bar y todo lo que pasa allí, que casi siempre poco no es, de su conocimiento es.
Si tuvieron alguna vez la suerte que tuve yo de prender el aperitivo en su bar sabrían que Stefano nunca va a dejar que te retires sin haber tenido la posibilidad de entender que en su bar se puede beber pero no se puede comer, salvo una cantidad minuciosamente preparada de fiambres, quesos y panes focaccias, que van y vienen, como parte del hecho fantástico que nos reúne a todos allá, o creo que ya estoy acá.
No es que no sepa donde estoy mientras pienso lo que escribo, es que por más que lo intente no me quiero escapar, y ya no sé a donde vine, si esto es un pueblo en el medio de la sierra de la baja Liguria, si es una comuna italiana donde la generosidad excede cada bocado, cada trago, cada saludo, si es el pueblo de Veppo o es el bar.